top of page
  • Black Facebook Icon
  • Black Instagram Icon

Al terminar el día

  • Foto del escritor: anac
    anac
  • 22 jul 2018
  • 3 Min. de lectura

Se acabó el día. "Buenas noches, que sueñes bonito y descanses. Te amamos hijo".


Apagamos la luz. Cerramos tu puerta y entramos al cuarto con un suspiro de satisfacción y cansancio los dos directo a la cama a descansar unos minutos. Y aquí estoy haciendo lo que más me gusta hacer, escribiendo lo que me viene a mente cuando pienso en ti hijo mío, acostada en la cama repasando este día.


Un domingo cualquiera, un domingo familiar. Un domingo perfecto.



Compartiendo la tarde con tus primos, tíos, abuelos y papás, te vi jugar como niño grande. ¿A dónde fue ese bebé pequeño que pedía brazos y leche?, veo correr a cinco niños a un lado y apenas unos metros atrás llegas tu queriéndote integrar al equipo, llegando veo correr a los cinco de nuevo para el lado contrario, pero a ti no te importa y corres detrás de ellos como si fueras parte del equipo, porque ya eres, porque aunque aún no cumples ni los dos años tu ya te sientes un niño grande. Me da nostalgia verte crecer tan rápido.

Es esta sensación agridulce de orgullo por tu independencia pero de melancolía por la misma.


Hoy te vi hacer tantas actividades que me hiciste pensar que mi bebé de brazos se ha quedado solo en nuestro recuerdo, corriste, pateaste la pelota, investigaste, saltaste entre torres de costales, comiste solo, y no lograba encontrar ninguna seña de bebé, hasta que casi al final del día dijiste "mamá" y me pediste brazos. Gracias a Dios por ese momento. Yo lo necesitaba tanto como tu. Sabes, no quiero decírtelo pero no quiero que sigas creciendo, no quiero dejar de verte bebé, es que simplemente no estoy preparada. Me gusta que me pidas brazos y te acurruques en mi pecho, y no, no solamente me gusta, lo necesito. Te necesito igual o más que tu a mi. Aprendes todo tan rápido que a este ritmo siento que me queda poco tiempo para disfrutarte así de chiquito, sé que pronto dejarás de ser un bebé y serás un niño cariñoso e inquieto pero independiente.


Conserva lo gentil y cariñoso que eres. Apenas descubriste los latidos del corazón, se me salieron las lágrimas por la mañana cuando dijiste "mamá corazón" y te acostaste con tu orejita en mi pecho para escucharlo y luego ponías tu pancita en mi oreja para que yo escuchara el tuyo. Con cuanta dulzura vienes lleno mi pimpollo. Con cuanta inocencia. Cada vez que puedes me demuestras tu compasión, tu dulzura, eres un paquetito de buenos sentimientos que no puedo dejar de descubrir. Esos sentimientos me alimentan. Me llenan todos los días. Porque no hay acontecimiento malo en el día si te tengo a ti cargándome de sonrisas. De ocurrencias. De Jacobaditas.


Me has enseñado a ver la vida con otros ojos, a andar por ella más ligera y preocuparme por lo realmente importante. A disfrutar de tus manitas sucias y tu carita chorreada. A saltar en el lodo y mojarme en los charcos. ¿Que más da? Si somos felices así. Tu sonrisa vale cada mancha, cada salpicón, cada aventura. Y vaya que tenemos aventuras juntos. Quiero tener las más posibles, saber que cada día para ti ha sido un día valioso, en el que te enseñe algo, un día que hayas disfrutado, que hayas sonreído, que hayas descubierto, que te haya dicho miles de "te amos" y te haya llenado de besos. No me importa, se que un día ya no será fácil dártelos. Que difícil será ese día para mi. Mientras tanto abusaré de mi exceso de amor, mientras tu me sigas pidiendo brazos y apapachos, y yo pueda seguirte dando besos y apretones, así pasaremos los días, jugando a ser felices, jugando a vivir día a día juntos tu y yo.


Te amo siempre.


Mamá.


Foto: Memorama Fotografía

AnaC.




Comments


bottom of page