En mi 2019
- anac
- 5 ene 2019
- 7 Min. de lectura
Hoy estamos empezando un nuevo año.
Dejamos atrás nuevamente un año más. Un año que recordaré con cariño. Estuvo repleto de altibajos en todos los aspectos de mi vida. Cambió mi vida profesional, yo como mamá tuve tantos altibajos como fueron posibles en los 365 días, como esposa ni se diga, fue un año de subidas y bajadas, como mujer hubo de todo; días oscuros y días de mucha luz… un año con poca estabilidad emocional definitivamente, un año complicado en varios sentidos, pero con grandes aprendizajes y eso me quedo del 2018.
Comienza el 2019, y francamente me da flojera escribir sobre las 365 páginas en blanco que tenemos para llenar, le doy la vuelta a escribir sobre las 365 oportunidades que tenemos para ser felices o para cumplir nuestros 10 o más propósitos sin sentido que escribimos cada año y que seguimos sin cumplir. Me niego a escribir sobre los 365 días que tenemos para hacer esta o aquella cosa que en el tercer mes del año ya se nos olvidó o mejor modificamos porque se nos hizo casi imposible poder completar la meta. Realmente solo quiero escribir sobre lo que el 2019 representa en mi vida.
En este año yo cumpliré 32 años, ¿qué son 32 años? ¿un simple número? ¿o acaso tendrá algún significado para mi?.. las mujeres nos presionamos por la edad, a mi me ha pasado al revés, no se si soy la única pero entre más pasa el tiempo me doy más cuenta de que el tiempo no es de nadie más que mío y que el alcanzar nuestras metas o hacer esta o aquella cosa antes de tal edad no es más que una idea que venimos arrastrando de manera cultural en nuestra vida. Los 32 no me dicen absolutamente nada más que, bienvenida a un escalón más de madurez y experiencia y me invita a mandar a la mierda a todas las presiones sociales sobre si vas por otro hijo, sobre si terminaste o no la maestría, sobre si vas a hacer o no esta o aquella cosa pendiente. Mis 32 años son para disfrutarse más que nunca y a manera de nadie más que mía.
Que si el reloj biológico, que si la paciencia se acaba, que si la fuerza física, que si no es lo mismo antes o después de los treintas, y yo digo a la mierda con eso… Que si hiciéramos las cosas cuando nos da la gana y no cuando todos quieren probablemente encontraríamos de manera más fácil lo que nos hace felices y no andaríamos por el mundo haciendo cosas que no queremos solo porque ya estamos en edad.
En el 2019 Jacobo cumplirá sus tres años, hasta septiembre pero sucederá. ¿Y ya va a la escuela?, ¿ y a cuál kinder va a entrar?, ¿y ya dejó el pañal?, ¿y ya duerme en cama?… Y hay miles de preguntas a las que no quiero responder porque no me se la respuesta y hay otras tantas que si me las se pero una cosa es lo que yo quiera y otra es cuando él esté listo. Jacobo comenzó a avisar para dejar el pañal desde muy pequeño, todo iba muy bien hasta que quiso dejar de hacerlo y seguimos con el famoso pañal y francamente no creo que esté listo aún para dejarlo; entonces, ¿cuándo sucederá? no tengo idea y no es un dato que me quita el sueño; lo que si me quita el sueño para este 2019 es si Jacobo está aprendiendo algo que le guste hacer, si Jacobo ha desarrollado bien sus habilidades y si yo le he proporcionado las herramientas para hacerlo. Por que creo que las preguntas que nos hacemos tan básicas nos nublan la vista y nos distraen de lo realmente importante para el desarrollo de nuestros hijos. ¿A quién le importa si ya dejó el pañal o si ya duerme en cama?, a mi no. Pero me importa que sea capaz de decirme si está feliz, triste o enojado y que sepa canalizar esos sentimientos, porque realmente siento que necesito ayudarlo a ser emocionalmente inteligente y no a presionarlo para dejar el pañal y darle más inseguridades de las que la vida misma va a brindarle. No. En este 2019 no voy a ser yo quien lo juzgue, lo presione y lo llene de temores. Yo seré su guía espiritual, su guía mental, su guía física.
Es un reto el tener un niño de dos años. Y la tarea no es de él. Es mía como mamá. Es nuestra como padres. El reto será en formarme yo y formarnos juntos como pareja, leer y estudiar para intentar comprender esta etapa de nuestro hijo. No veo mucho más importante ponerme propósitos refritos como “bajar de peso” o “leer un mínimo de libros”. Y es que todo va relacionado, porque si queremos estar bien para nuestro hijo primero debemos estar bien con nosotras mismas. Pero eso incluye de nuevo voltear a ver la lista de propósitos tachados y perfeccionados cada año para poderlos cumplir, y bien dicen por ahí “si quieres resultados diferentes debes hacer las cosas de manera diferente”, entonces este año no hay propósitos; Este año no voy a voltear a ver ese documento tachado y refrito de cada año. Este año solo voltearé a verme a mi misma. Por que me conozco lo suficiente para saber en qué me apoyo. En qué me sostengo, y esos puntos están claros; mi relación con mi cuerpo, mi relación con mi pareja, mi relación conmigo como mujer y mi vida espiritual. Tengo que sanar estos cuatro puntos para estar al 100% con mi hijo. Nunca he intentado esta dinámica pero la detecté a finales de este año y la voy a intentar así. Ya no estoy buscando las cosas en las que fallo para mejorarlas este año, no, lo que estoy haciendo es identificar los puntos que me hacen fuerte para mantenerme fuerte. Cada área tiene obviamente cosas en qué trabajar pero de esta manera para mí es más sencillo identificar en donde está la falla y atacarla para sanar este punto de apoyo que estaba herido. Porque si en tu área espiritual requieres leer más libros léelos, pero no porque no supiste qué propósito escribir en el número nueve, o no para cumplir lo que no haz logrado en tres años… hazlo porque es un hueco en tu área espiritual y te va a hacer crecer. Dale un sentido diferente esta vez. Date la oportunidad de mandar a la goma ese invento ridículo de los propósitos y enfócate en lo que realmente sana tu alma, tu mente y tu cuerpo. Enfócate en lo que de verdad te ayude a encontrar tu mejor versión y deja de perder el tiempo en “llamarles a mis padres”, “ir al gym”, “ahorrar más”…. que no digo que está mal, son buenas intenciones, pero está mejor si realmente tu propósito cumple un propósito en tu vida.
Este 2019, no quiero que la vida como cada año me gane y me lleve a donde se le de la gana. No. Siento que si ya soy madre por lo menos tengo que ser lo suficientemente responsable como para tomar las riendas de mi vida de la cual ya depende una personita y decir, basta, tomarme una pausa y redirigirme hacia donde quiera ir. Porque para abril o mayo el ritmo de vida, de escuelas, de rutinas ya nos comió lo suficiente, tanto que para las vacaciones ya no sabemos qué estamos haciendo, no hemos bajado los kilos que subimos, no leímos ningún libro y no ahorramos ni un peso. Y eso no es lo malo. Lo malo es que no estamos bien físicamente, nos torturamos al vernos al espejo, nos privamos de algunas cosas por mal administrar nuestro dinero y cuando volteamos nos damos cuenta que más que un marido tenemos un roomie. Y para la mitad del año ya andamos en “Low battery” y con ganas de tirar la toalla porque hemos desatendido tanto nuestros puntos de apoyo que ya no sabemos cual empezar a sanar primero; y eso si decidimos comenzar a sanarlos.
Este 2019 que sea el año que marque la diferencia. No quiero caer en romanticismo. No quiero empezar con “puedes lograr lo que quieras”, francamente me dan barra esas frases “motivadoras”. Simplemente este 2019 voy a ser yo viviendo mi vida a mi estilo, a mi ritmo y en mis formas. Quiero sacudirme de encima ese peso social tan grande que traemos por todo, pero sobre todo por ser mujeres y por ser mamás. Que cada una sea la madre que quiera, pero que por lo menos encuentre en mi otra madre que le tienda la mano y no que le meta el pie. Que este año lo camine ligera, sin tanto equipaje y sin arrastrar tanto drama. Que este año pueda enseñarle a mi hijo que vale más de a poquito bien llevado que mucho mal cumplido. Que este año pueda decir que mi vida está en orden y yo en paz. Que este año llore lo que tenga que llorar, hable lo que tenga que decir y suelte lo que tenga que soltar para así dejar de cargar exceso de equipaje por mi viaje de 52 semanas y poder caminar con manos libres para abrazar lo que llegue, para sostener a mi hijo, para proteger a mi familia. Que este año lo viva sabiendo que alguien sigue mis pasos y que en un futuro habrá también nuevas generaciones siguiéndolos. Que este año no me tome por sorpresa y mal parada, que no tenga que decir “ya se nos fue la primera mitad” con cara de susto. Es que siento que el tiempo nos lleva así con la corriente y no hemos podido ser capaces de tomar la rienda de nuestra propia vida. La decisión de ser felices o no es propia, pero para ello debemos primero decidir ser los dueños de nuestro tiempo y nuestra vida y mandar al carajo lo que estorbe, lo que nos detenga y lo que nos pese.
Bienvenido el 2019.
AnaC.

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