La carrera: mi primer 21k
- anac
- 4 jul 2018
- 6 Min. de lectura
Nunca vi más luces como he visto desde que llegaste. Nunca me rodearon más sombras tampoco. Un laberinto confuso.
Una línea de meta que se ve a lo lejos más no se alcanza, una carrera que corro a diario. Una medalla que persigo pero que quizás nadie me de nunca. Porque la carrera la corremos solas. De vez en cuando nos acompaña alguien. De vez en cuando hay personas en las gradas viendo; eso si, la prensa no falla.... esta ahí, narrando la carrera a detalle, aún y aunque ellos nunca hayan corrido una sola.
Entrené lo más que pude, me preparé... alimentación, descanso, ejercicio, incluso psicológicamente. Calenté unas horas antes y por fin dieron el pitazo de salida aquel sábado 3 de septiembre a las 6:39 de la tarde. Que carrera tan agotadora, que carrera tan larga.... interminable diría yo.
El primer tramo uuff.. una carrera empinada, de subida, pesada, pero aun así hermosa, estaba deslumbrada por tanta belleza, mis ojos no lo creían, yo no podía creer que participara en ella... recordaba cuanto anhelé estar ahí... así que no paré, no podía parar aunque quisiera, estaba decidida a seguir... pasaron los kilómetros... el primero en lo que agarras el ritmo es pesado... No entendía nada, no sabía nada... Y pasaba el tiempo mientras yo estaba envuelta en emociones de todo tipo, alegrías, llantos, culpas, cansancio...
Entré al kilómetro dos... pensé "este será más fácil... ya agarré ritmo"... de repente me informan al dos y medio que era una carrera de obstáculos... ¿cómo? pensé yo, "pensé que era algo más sencillo..." Mi primer obstáculo.... el reflujo. Difícil... prueba tu resistencia... tu fortaleza... tu novatés en la carrera ... esquivándolo poco a poco entramos al kilómetro tres... Un kilómetro menos empinado.. con más descanso... aún así llantos, y retos como procurar llevar una buena dieta, comenzar con el ejercicio, balancear y recuperar la vida que tenía antes de la carrera... Kilómetro cuatro.... una subida empinada, el obstáculo más grande .. aceptar mi cuerpo... ya no era la misma, ni aunque llegue a mi peso... ni aunque esté en la misma talla. Cambié. Mi cuerpo cambió, no quiere decir que sea peor que antes, solo es diferente. Participé en la carrera más difícil que existe.. mi cuerpo no puede ser el mismo de antes de correrla. Ahora había que aceptarlo, amarlo, abrazarlo, valorarlo y agradecerle.
Entro al kilómetro cinco, exhausta... los obstáculos que empezaron en el kilómetro dos siguen ahí.... así que decido por el bien de todos y mi paz mental cambiar la estrategia en la carrera y dejar de dar pecho. Parece que esto ayuda... agarro fuerzas, y llego al primer punto de hidratación... unas merecidas vacaciones.... Nuestro primer viaje en familia los tres... nos ayudó a unirnos, a crear más lazos... a descansar.....y estoy dentro de nuevo. De nuevo pinto en la carrera, vuelvo a ver la meta a lo lejos. Kilómetro seis ... llego sorprendida... ¿cómo sucedió tan rápido? ... soplamos las velas del medio año en la clase de estimulación. Habíamos avanzado rápido.. empecé a sentir que ya no iba sola... ahora siempre tenía compañía... esa que me daba cada vez más fuerzas, me motivaba a avanzar. Esta carrera ya era mi estilo de vida... no recordaba cómo era antes de estar corriéndola. ¿Qué me motivaba?, ¿Por qué luchaba antes de participar en ella?.... en este kilómetro descubrimos la comida sólida, un kilómetro bastante interesante pero que terminó muy rápido...
Llegando al kilómetro siete, no me había dado cuenta lo agotada que estaba de la carrera, aún porteaba a mi pequeño todo el día, aún vivíamos pegados uno al otro. De pronto comencé a sentir que ya no podía más.. empecé a anhelar mi vida tranquila, ya no quería correrla, extrañaba mi independencia, salirme del camino, investigar, caminar sola y a mi ritmo, conocer lugares que me interesaban... buscar aventuras, y elegir caminos sencillos, descansar a mis horas, y decidir mis movimientos, mis tiempos y mis actividades. No, el kilómetro siete no me gustaba... no quería seguir. El entrenador físico me diagnosticó "Depresión' ... no podía más necesitaba ayuda si es que quería esa medalla.
Kilómetro ocho... apenas llegué... me tomé un descanso con mi pareja... una semana fuera de la carrera, fuimos a la playa.. descansamos, hablamos... nos disfrutamos... regresamos con las pilas un poco más cargadas. No bien del todo.. la carrera me tenía totalmente desanimada.
Kilómetro nueve.... Mi bebé ya no avanzaba sobre mi, ahora gateaba a mi lado, iba a mi lado para donde yo me moviera. Un mes divertido; aun así no estaba del todo convencida de que esto fuera lo que quisiera hacer toda mi vida. Dudaba si entrar a esta carrera hubiera sido lo mejor para mi, quería escapar.... Y si, en el kilómetro diez no pude más y salí corriendo. Pedí una licencia de cuatro días, mi pareja se hizo cargo y mi mejor amiga y yo huimos a descansar lejos de casa. Nuevamente cargué pilas... medité la situación. Ya estaba ahí. No podía ser tan malo, y aunque lo llegase a ser, ya no podía cambiarlo. ¿ Que hacía falta? Abrazar la situación, aceptarla, aceptar todo lo que conllevaba ser madre con lo bueno y lo malo, aceptar que durante esta carrera aprende tanto el bebé como la madre, prácticamente al mismo tiempo. Decidí estudiar, leer, prepararme, saber cómo y de que manera podía avanzar disfrutando cada metro, cada paso dado, cada kilómetro. Y así pasó.
Entré al kilómetro once motivada, renovada, y feliz. Considero que estuvo bien ponerle pausa a la carrera y tomarme unos días para mi, para descansar, para pensar. Forzar nuestros cuerpos y mentes nos puede descalificar definitivamente de ella. Tuvimos la oportunidad de correr el kilómetro once en el Caribe... los tres... ¡siendo felices!, hicimos más lazos que nunca... cómo disfruté este kilómetro, el bebé era ya tan distinto, había crecido tanto, participaba y reía todo el tiempo. La mejor compañía sin duda. Estaba curada de la "Depresión" del kilómetro siete, que arrastre hasta el kilómetro diez y casi hace que renunciara a la carrera.
Kilómetro doce y no podía creer lo rápido que había pasado. Orgullosa de ver al bebé cumplir su primer kilómetro en su propia carrera "su vida". Presumía a todos los que veían la carrera a mi bebé. Orgullosa y satisfecha de ser su madre y de que me lo prestara Dios para acompañarnos juntos.
Kilómetro trece... difícil... ya no solamente gateaba junto a mi, ahora caminaba, saltaba y corría mientras intentaba llevar una carrera ordenada. Imposible, a partir de aquí la carrera se vuelve totalmente desordenada, pero muy divertida. Ahora corremos juntos, mi compañero muestra una personalidad que no le conocía y empiezan a frenarnos un poco las discusiones.
Llegamos al kilómetro catorce..... un kilómetro duro. Fallece un miembro de la familia, nos pega como nunca. Jacobo la extraña, yo la extraño más todos los días y tardo en reponerme. Me siento agotada. Desgastada. Necesito llegar pronto a otro punto de hidratación. Pasa lento... siento que este kilómetro lo paso caminando, despacio, poco a poco. Así pasamos el kilómetro quince y dieciséis también. Día a día no muy motivada, dejándome llevar por lo que la vida y Jacobo querían hacer. Altibajos con mi pareja, echándole ganas... no los mejores kilómetros de la carrera sin duda.
Saltamos al kilómetro diecisiete, un muy buen kilómetro... los tres integrantes del equipo muy unidos. Hicimos un sin fin de actividades, fuimos al zoológico, cocinamos, bailamos, se sentía que habíamos recobrado el ánimo. Jacobo aprendía, yo jugaba con él , avanzábamos muy bien.
Kilómetros dieciocho, diecinueve y veinte... Kilómetros terribles.... Aproximándonos al terrible kilómetro 24, parecía ya la antesala... berrinches 24/7, gritos, impaciencia, enojo, dudas.... una tras otra. Un tiranito corría mi carrera. Totalmente desmotivada. Creyendo que quién era mi compañero pasaba sobre mi, no me respetaba, no teníamos comunicación. No había paciencia, un kilómetro en el que le dije a mi pareja que me sentía derrotada. Que me quería dar por vencida. Totalmente invadida de miedo, de saber que lo hacía mal. Con más inseguridades que nunca como madre. Sin entender en qué fallaba. Agotada de pelear todo el día. Decidí cambiar la estrategia. Leí muchos artículos, pregunté a otras mamás, pregunté a especialistas. La verdad, decidí hacer lo que mi corazón me indicaba. Y si. Llegamos al kilómetro 21 con nueva mentalidad, cambiamos el chip y como si estuviera empezando la carrera. Este último kilómetro ha sido el más fácil. Lo hemos disfrutado mucho, No lo estamos corriendo, hemos avanzado de la mano. A nuestro ritmo. 30 días sin un solo berrinche. Un kilómetro que ha sido tan motivador que espero que vengan todos los demás. Un kilómetro de amor, paciencia y comprensión. De los mejores.
Una carrera con altibajos, con sentimientos encontrados, una carrera espectacular. Que volvería a correr sin duda mil veces. Tengo a los mejores en mi equipo, Mi esposo Sergio, Jacobo, Mamá y Dios. Nunca he corrido sola. Siempre me han apoyado cuando mis piernas no daban más. Entre nosotros nos levantamos, nos cargamos, nos empujamos. Aunque ha habido veces que queremos correr cada uno por su lado. Que yo he querido renunciar a la carrera y seguramente él también. Aunque la medalla me la den al final de mi vida y nunca sepa cuántos kilómetros faltan para alcanzar la meta, la correré siempre, motivada, inspirada por el amor, porque en estos primeros 21 kilómetros comprobé que es difícil pero no imposible y por que cada vez que sentía que ya no podía más y me sentaba en el suelo, Jacobo y Sergio vinieron a tomarme de la mano y levantarme para seguir.
Hoy empezamos el kilómetro 22. Emocionada, feliz, agradecida, bendecida, motivada por avanzar cada vez más en la mejor carrera de mi vida: LA MATERNIDAD.
Ana C.
Comments