Madres mamíferas
- anac
- 1 ago 2018
- 3 Min. de lectura
Dicen que los humanos también somos animales, y si que lo somos, somos mamíferos. Y a las madres se nos nota. Esas ganas de tener a nuestro crío con nosotros, de amamantarlo, de defenderlo. Si, es instinto animal. El más puro instinto animal.
No puedo entender qué es lo que está mal de querer estar lo más que se pueda con nuestra cría. ¿Qué se juzga?
Las madres necesitamos de nuestros hijos. Necesitamos lo natural, lo que es de animales. Necesitamos acomodarnos en la posición que más se nos facilite para parir, cada quien la suya, algunas acostadas, algunas de pie, otras en cuclillas, algunas en agua, cada una como su cuerpo lo pida, pero así sin protocolos, sin ordenes, libres, como si estuviéramos en la sabana.
Necesitamos reconocerlos cuando nacen, sentirlos, tocarlos, olerlos, necesitamos pegarlos a nuestros cuerpos, sin batas de hospital de por medio, sin vergüenza de que nos vean, porque lo que nuestra cría necesita es el calor de su madre, su piel, su olor, su sonido, ese al que está acostumbrado desde cuarenta semanas atrás. Necesitamos hablarle, mecerlo, arrullarlo, amamantarlo porque nuestro cuerpo lo pide, nuestra alma lo necesita, nuestro instinto de madres, de mamíferas es lo que sabe hacer. Luego de ese reconocimiento vienen más necesidades.
Necesitamos pegarlos al pecho, tenerlos cerca del corazón, mamando, dándonos a ellos, regalándoles vida, llenándolos de nutrientes, en cada trago va un poco de la madre, un trago de amor, un trago de fuerza, cada trago es para la madre un triunfo, sabe que su cría será fuerte, la hacer sentir madre, la hace sentir mamífera, inclusive si la leche no va directo del pecho, la cría igual mama, la madre igual alimenta.
Por que cuando tenemos una cría de pocos días de nacida, es lo normal, tenerla pegada a nosotras, piel con piel, como animales, sin ropas, sin telas de por medio. No hay sensación más libre que aquella de sentir su piel suave rozando la nuestra, comparar su tamaño con el de nosotros, comprobar cómo nuestros sentidos se agudizaron, cómo ahora vemos, olemos y escuchamos como animales, cómo nuestros reflejos se han agudizado para cuidar de nuestro pequeño. Incluso uno, cuatro o más años después si así lo piden nuestros cuerpos.
La madre protege a su cría como una fiera. Como un gato al acecho, como un depredador sigiloso. La madre no permite que se le acerquen sin su permiso, porque para eso somos las madres, somos sus protectoras; las crías son indefensas, nueve meses de gestación no bastaron, los siguientes nueve meses la madre estará ahí, y los nueve después de aquellos también... protegiendo, vigilando cual león. La madre no permitirá que su cría sufra, que esté en peligro, sabe que es vulnerable, la madre vigila su estado, su salud, su sueño, y pelea con quien sea necesario para que su cría crezca en paz.
La madre aún y cuando la cría crece, lo vigila, unos pasos detrás de ella, pero no lo deja incluso aunque sepa que ya está listo para tomar su camino solo.
La madre lo toma en brazos porque le gusta estar cerca de él, porque es su manera de conectarse, de darse amor, de decirse que no están listos para soltarse. Solamente las personas que no entienden este instinto que tenemos pueden ser capaces de insinuar que la cría está mal acostumbrada o embracilada. Nunca he podido ver en el reino animal a una madre que le niegue cariños, aunque sea a lengüetazos a sus críos, mucho menos a un marsupial que le niegue la entrada a la bolsa a sus críos, ¿por qué entonces negaríamos nosotras nuestros brazos o nuestro pecho? Solamente por algunos que no saben que si, somos mamíferas, y como tales nos comportamos tanto la madre como la cría.
Los hijos se cargan, se mecen, se portean, se alimentan, de biberón o de pecho, se colechan, a los hijos no se les niega una caricia, un apapacho, un consuelo. Eso no es de animales, eso definitivamente es de humanos.
Pero es que nosotras no lo somos. Nosotras somos animales. Somos mamíferas. De una de ellas nacimos. Como una de ellas nos comportamos. Porque lo traemos dentro. Porque no hay mujer más brava que una madre. No hay mujer más fiera que una recién parida. No hay crío mejor cuidado que el recién nacido.
Seamos mamíferas, orgullosamente, sin reprendimientos, sin ataduras, sin vergüenza. Sin miedos.
AnaC.
*** Este post va dedicado a todas las mamás atacadas por amamantar en público, y a todas las embarazadas a quienes no les han permitido tener un "Parto Respetado". Defendamos lo defendible. ***
Commentaires