Síndrome de Hellp
- anac
- 18 jun 2018
- 7 Min. de lectura
Hoy quiero contarte mi experiencia como sobreviviente de un síndrome de Hellp.
Como te conté en el post de "La llegada", las últimas semanas de mi embarazo me sentía y veía mal... estaba bastante amarilla, me sentía totalmente exhausta, con una fatiga constante, mi energía era prácticamente nula, con ojeras pronunciadas, y un malestar constante de nauseas, dolor de cabeza y agruras.
Cada vez que asistía al médico, la doctora me decía que era normal, que seguramente yo estaba muy pequeña de complexión y el bebé me causaba muchas molestias, que tal vez como era verano y hacía mucho calor me sentía muy fatigada... y pues yo, siendo la primera vez que pasaba por esto creía que era totalmente normal, aunque mi mamá y mi suegra consideraban que no me veía muy bien, todos nos apegamos a la opinión de la doctora.
El tiempo pasó y al llegar a la semana 37 tuve otra visita al médico, le comenté que los síntomas se habían agravado, levantar mi bolsa para moverla de un lugar a otro era agotador, actividades tan sencillas como bañarme, cepillarme el cabello o vestirme me agotaban al grado de querer tomar una siesta luego de moverme, ir al súper o salir de la casa ya era imposible para mi, mi color amarillo en la piel empeoró, es por esto que la doctora sospechó que podría estar anémica y me mandó tomar un suplemento de hierro.
En el último ultrasonido, Jacobo ya estaba en posición y demasiado abajo, por lo que también me mandó a hacer los exámenes pre-operatorios para estar preparados para el nacimiento en cualquier momento. También me dio una inyección para ayudar al desarrollo de los pulmones de mi bebé ya que sospechábamos que no sería un bebé de 38 o 40 semanas.
Al día siguiente el dolor de cabeza empeoró, y mi doctora me comentó que podría ser un efecto secundario de la inyección, así que no le di mucha importancia.
Cuando llegaron los exámenes recibí una llamada de la ginecóloga en la que me informaba que los niveles de mi riñón no estaban normales, y que era necesario que viera a un médico internista, quien me dijo que era mejor esperarme a que naciera el bebé y después nos haríamos cargo de la anomalía del riñón.
Al día siguiente a las 6:39 de la tarde y luego de una terrible mañana de mareos, náuseas y vómito, nació Jacobo. Un bebé perfectamente sano y fuerte de 37 semanas. Y yo era la más feliz y realizada de las mamás.
Recuerdo al doctor Valenzuela, mi anestesiólogo platicando en voz muy baja con mi ginecóloga, algo que me inquietó, pero no puse mucha atención; ¡la emoción de lo que acababa de pasar no me dejaba asimilar todo! Noté nervios en los doctores, pero solo me dijeron "vigile bien su sangrado, estaremos pendientes".
Tras haber tenido un parto fácil, muy bonito y rápido, el cual recuerdo sin dolor y como la mejor experiencia de mi vida, desperté la mañana siguiente pensando en bañarme, y estar lista para irme a mi casa a disfrutar de mi esposo y mi recién llegado.
Le pedí a Sergio que me ayudara a bañarme para estar lista para el alta, y al momento de entrar a la regadera, empezó esta travesía que cambiaría mi vida.
Dentro de la regadera me vino una hemorragia y un desmayo. Recuerdo ver entre sueños imágenes de Sergio pidiendo ayuda a enfermeras y doctores, y de alguien llevándome a la cama de nuevo en brazos.
Estando en cama, en lo que las enfermeras buscaban a la ginecóloga, vi entrar al doctor Valenzuela, quien ya había terminado su trabajo, pero parecía que se había quedado algo nervioso e inquieto y decidió ir a darse una vuelta para ver cómo había amanecido.
Gracias a Dios que llegó, llegó justo a tiempo.
Se asomó al cuarto y nunca voy a olvidar su cara, se dio la vuelta y se fue muy rápido supongo que a buscar ayuda.
Eso fue lo último que recuerdo de ese momento.
Me dormí, o desmayé o algo, no recuero, estuve fuera de la realidad por algún tiempo, recuerdo sentirme muy débil y abrir los ojos de vez en cuando. Algunas veces había doctores en el cuarto, algunas veces mi papá me tomaba de la mano y me acariciaba el cabello, algunas otras alcanzaba a ver a Sergio sentado a mi lado izquierdo, en una silla, con las manos en la cabeza y la cabeza agachada como en signo de preocupación. Se veía triste, solo, preocupado.... recuerdo tratar de entender qué pasaba pero estaba demasiado fuera de la realidad.
Recuerdo abrir los ajos y ver a mis suegros, la familia desfilaba en mi cuarto como si algo malo sucediera.
Abrí los ojos y le dije a mi papá, "me siento mal, creo que me estoy muriendo", "papi, me estoy muriendo diles que hagan algo".
No puedo explicar exactamente como me sentía, solo se que sentía que mi cuerpo no podía estar despierto ni funcionando.
Sergio entraba, salía, leía el celular, caminaba, se me acercaba y me decía "te amo", veía tanta preocupación en sus ojos...
Pasó el tiempo, no se cuanto, perdí la noción de esos días, mi papá tomó mi mano nuevamente y me dijo "mi amor, parece ser que tienes una falla hepática, tu hígado no funciona pero ya lo van a arreglar, aguanta"....
Enfermeras entraban, sacaban sangre, ponían suero, hacían su rutina...
En algún momento pedí a mi bebé... Lo pude tomar en brazos y admirar, era perfecto... era hermoso, fuerte y sano, a Jacobo le habían hecho algunos estudios de sangre, él estaba perfecto.
En algún momento que estuve sola con él me quedé dormida... lo olvidé...
Lo siguiente que recuerdo fue a una enfermera que me dijo "vengo por el bebé"... "¿Cuál bebé? le contesté yo.... "señora, tuvo un bebé, ¿no lo recuerda?" ... no, no lo recordaba, lo recordé en ese momento que me lo dijo.... mi bebé estaba solo entre las sábanas... y yo confundida, no entendía por qué lo había dejado ahí, ¿como lo pude soltar y olvidar?...
Estaba comenzando a perder la memoria... Después de eso dieron la orden de ya no llevar al bebé al cuarto mas que a comer y con supervisión.
Otra vez, no entendía lo que pasaba, a cada momento que pasaba me sentía peor...
Intentaba recordar que quería un bebé con LME y no de biberón ni fórmula... era imposible, yo no me podía hacer cargo. No era como lo imaginé. No estaba sucediendo como lo imaginé.
Me habían dicho que mi riñón ya no funcionaba, tampoco mi hígado, tenían dudas de un pulmón y estaba perdiendo la memoria. Sentía que me arrebataban la vida poco a poco en el momento más feliz de ella y cuando más la quería y más la necesitaba.
Yo perdí la noción del tiempo en ese momento no sabía cuanto tiempo pasaba, quién entraba o salía, estaba aturdida.
De pronto desperté de alguna de mis siestas y el malestar comenzó a pasar. El médico intensivista estaba a mi lado. Un médico mayor, con experiencia, un médico entregado, capacitado, con vocación. Lo primero que me dijo cuando abrí los ojos fue "usted asustó a todos, pero a mi no, yo no estoy asustado, usted se va a poner bien. Ya sabemos lo que tiene".
Las mejores palabras que había escuchado en 4 días. No me iba a morir.
Me llevaron a Jacobo. Daba gracias a Dios.
Mi hígado milagrosamente comenzó a desinflamarse y a hacer su trabajo, al igual que mi pulmón y riñón; las plaquetas comenzaron a subir de nuevo, la memoria a mejorar y yo a recuperar fuerzas. La mejoría fue impresionantemente rápida.
El médico entró a mi habitación y dijo, "lo que le pasó a usted fue un Síndrome de Hellp, una extraña afección que ocurre únicamente en el embarazo, si no se detecta a tiempo es mortal, se desconoce la causa, tiene algunas variantes y no tiene tratamiento más que el nacimiento del bebé. En su caso, Jacobo nació justo a tiempo, de haber llegado a la semana 38 lo más probable es que no hubieran sobrevivido, sus órganos fueron colapsando uno a uno, pero de igual manera uno a uno se están reponiendo. Usted pronto va a estar muy bien".
¿Síndrome de Hellp?, ¿qué es eso? ... "le voy a decir lo mismo que le dije a su marido, no lo googlee, hay mucha información y no queremos que se espanten. Quédese con lo que yo le he explicado". Acto siguiente, lo googlee.
Al día siguiente nos fuimos a casa. Mi postparto no lo recuerdo como postparto sino como una recuperación de una enfermedad extraña. Pasaron 2 semanas para que mi cuerpo volviera a funcionar a la normalidad. No tengo ninguna consecuencia seria, excepto el hígado que quedó un poco dañado y tengo que monitorear cada tres meses. Tuve otros dos episodios terribles de amnesia, pero el cuerpo poco a poco comenzó a normalizarse.
A partir de la segunda semana del nacimiento de Jacobo mi vida era otra, yo ya había cambiado, en todos los aspectos posibles. Ahora era mamá, no dejaría que nada me alejara de esta dicha, de mi tesoro.
Como siempre agradezco a Sergio por nunca soltar mi mano, por su apoyo, su valor y fortaleza. Por estar conmigo en las buenas, en las malas y en las peores.
Publico este post porque cuando yo me embaracé, aunque leí algunos libros, bajé aplicaciones y leí muchos posts, al ser mamá primeriza, pensaba que si mi parto se complicaba podía llegar a una cesárea y que si ésta se complicaba podría ser por una preeclampsia o algo así, nunca pensé poder desarrollar algo serio con el embarazo.
Mi intención no es de ninguna manera asustar a las futuras mamás, lo que busco con esta publicación es invitar a las mujeres embarazadas a estar muy pendientes de nuestro embarazo, si sentimos que algo no anda bien, buscar una segunda o tercera opinión.
Mis primeros días con Jacobo y mis últimas semanas del embarazo pudieron haber sido más felices y pudimos haberlas disfrutado mucho más si hubiéramos detectado el Síndrome de Hellp a tiempo.
Te invito a ti, mujer, mamá, a buscar información al respecto para conocer más, platicarlo con tu doctor, preguntarle si ha atendido casos así, cómo los detectó, y hacerle todas las preguntas que se te vengan a la mente.
Si tienes una amiga, hermana, prima o alguna mujer cercana embarazada cuéntale, prepárense, informémonos. Además de ser la mejor, es la única manera de poder evitar finales inesperados.
El síndrome de Hellp es una enfermedad prácticamente desconocida, pero que existe y pone en riesgo a mamá y a bebé, a mi me cambió la vida, me marcó para siempre.
Si necesitas más información al respecto puedes escribirme a mi correo mamaenletras@gmail.com para ponernos en contacto o escribirme un inbox en la página de Facebook o un DM en Instagram @mamaenletras .
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