Una onza de mi vida
- anac
- 6 ago 2018
- 7 Min. de lectura
Abrí los ojos esta mañana con una idea de cómo iba a ser mi día. Tenía que ir a comprar una tela, entregar dos cojines, llevar a arreglar un par de prendas y llegar a comer a las dos de la tarde a casa de mis papás.
Hice mi oración de la mañana y mi pequeña meditación y fui al cuarto de Jacobo.
Le di los buenos días a Jacobo y a Sergio. Jacobo tenía muy mojado su pañal así que se lo cambié y lo tiré al bote. Me pidió agua y le di de mi vaso que estaba en la mesa de noche... tiró la mitad, fui por una toalla para secar el agua tirada en la mesita de madera.
Jacobo me dijo “mamá frutita”. Y bajamos a desayunar. Me llegó un mensaje, era la persona que me ayuda. “Ya no voy a poder ir”.
Volteé a mi alrededor, la casa estaba toda tirada del fin de semana.
Saque una papaya del refrigerador y Jacobo me dijo “mamá no! Quiero Dinos” -“no amor, no puedes comer nuggets de dinos para el desayuno, te voy a dar frutita” - “no mamá, huevito”. Antes puse a hervir un par de ciruelas para hacerle un té ya que noté que batallaba para ir al baño.
Saque el sartén e hice su huevito. Lo serví y le puse "Paw patrol" en la televisión en lo que lavaba los platos. Llevaba 5 platos y en eso “mamá agüita”. Enjuagué mis manos, cerré la llave y le serví agüita.
Volví a abrir la llave y lavar otros 5 trastes cuando “mamá frutita”.
Enjuagué mis manos, cerré la llave y le serví frutita.
Volví a lavar el resto cuando “mamá abajo”, y ya estaba parado en su periquera con una pierna afuera. Enjuagué mis manos, cerré la llave y lo bajé de la silla.
Volví a terminar los últimos trastes. “Mamá guaguá” cuando volteo, Jacobo ya había vaciado las croquetas en el piso. Le dije que por favor las recogiera y las pusiera en su lugar. Logré terminar la cocina... “Mamá quesito” volteo y ya había tomado del refrigerador un queso panela que traía a mordidas. La mitad ya estaba en el piso. Limpié el piso y las manos de Jacobo. Subimos la escalera y Jacobo corrió a su cuarto de juegos. En dos minutos ya había vaciado la caja de juguetes y sus repisas, yo hice mi cama, guardé mi ropa, fui a su cuarto, acomodé su cuna, fui a su baño, recogí sus juguetes de la tina, el vaso con el que se baña, sus esponjas y si toalla y los puse en el gabinete
.
Me llevó su escudo y su espada y me dijo que quería jugar a los caballeros, corrimos por la casa con las espadas y los caballos hechos con popotes para alberca. Luchamos y nos reímos a carcajadas, luego jugamos con sus carritos, hicimos una torre alta con sus cubos de madera y tocamos “martinillo” y “la cucaracha” con el xilófono. Me pidió agüita así que bajé y le di un vaso con el té de ciruela que había dejado enfriando. Aproveché para bajar la ropa sucia y la basura de los cuartos y el bote de los pañales. Subimos nuevamente y cerré la puertita de la escalera.
Le dije que jugara mientras me bañaba, y me dijo “no, mamá yo agua” le expliqué que me iba acompañar a hacer unos pendientes porque su nana ya no iba a poder ir a cuidarlo y hoy vendría conmigo y que lo teníamos que hacer rápido que me esperara jugando mientras me bañaba. Me dijo “mamá yo agua” y se levantó la playera de la piyama, se quitó los calcetines y bajó sus pantalones. Fui por su toalla. Me pidió sus esponjas y su vaso de la tina, le quité su playera y se metió a bañar conmigo. Descubrió cómo apagar el agua. Lo hizo 7 veces mientras nos bañábamos. Las siete veces le dije "mi amor aún no termino por favor abre el agua de nuevo" ... Terminamos. Tomé mi toalla y le puse la suya. Lo sequé. Y se fue a seguir jugando. Retrasada ya me vestí y volví a arreglar la cama que se desarregló cuando jugábamos a los caballeros. Me estaba maquillando y me dijo “mamá dientes” con un ojo delineado y otro no, le puse su banquito y le di su cepillo de dientes. Volví a delinear mi otro ojo y me gritó mamá “ya acabé”. Fui a bajarlo del banquito con un ojo listo y el rimel en la mano para ponerlo en el otro ojo.
Corrió a mi cama, mientras me terminaba de maquillar y peinar saltó sobre ella cantando “dale dale dale no pierdas el tino” . Fui por su ropa. Lo perseguí para vestirlo. Luché con el. Lo terminé de vestir y decidí que no lo iba a peinar. Acomodé la cama por tercera vez. Y fuimos a recoger su cuarto entre los dos. Tomé mi bolsa, me puse perfume, agarré 3 pañales y los puse en mi bolsa. Bajé con ella y con Jacobo, su carrito Jeep (que él llama pupú), Chase,Marshall y Rubble en los brazos. Agarré una galleta de quinoa y el agua de Jacobo. Le puse agua a la perrita y la saqué al jardín. Puse la alarma y salimos por fin. Subí a Jacobo a su silla con sus carritos y su Jeep. Y me di cuenta que no traía el celular. Me regresé por él. Volví a poner la alarma y cerré la casa. Me subí a la camioneta y a las 11:45 pude salir de la casa.
Puse mi playlist y Jacobo me pidió escuchar “Paw Patrol”. Cambié el playlist por “J’s favorite songs” y cantamos “Bingo”, “la gallina pintadita”, “pimpón”, “la marcha de Mickey Mouse” y otros éxitos infantiles que me se de memoria y tarareo todo el día.
Me armé de valor y puse “la incondicional” cuando estábamos por llegar al primer destino que era comprar una tela. Pasamos y no había estacionamiento, dimos dos vueltas a la cuadra y se había desocupado un lugar, cuando por fin apago la camioneta, Jacobo roncaba. Claro, ya era hora de su siesta.
Lo medité un momento, se cómo nos va cuando le interrumpo el sueño. Pienso “además es un bebé y esta es su hora” decido no despertarlo. Me voy, hago otros dos pendientes que tenía sin bajarme de la camioneta. Y una hr después despierta. Era la 1 de la tarde. Ahora que despertó me quedaba más cerca la sucursal del centro. Me pidió una galleta, y saqué de pura suerte la galleta de quinoa que había metido a mi bolsa y que había olvidado comerme. Llegamos, estacionarnos en el centro a la una de la tarde fue una odisea y cuando nos bajamos Jacobo no paraba de llorar por haber dejado su Jeep en la camioneta. Le expliqué que no podíamos bajarlo a la tienda. Caminamos tres cuadras. Entramos a ese lugar. Estuvo dos minutos en mis brazos y me pidió que lo bajara, corrió por la tienda, jugó con los cojines de Minions, corrí tras de el mientras pedía un metro de esta y medio de aquella otra, vio pasar un perro callejero, gritó “guaguá” y salió corriendo, grité como loca y corrí tras de el. Jacobo recorrió los pasillos nombrando los colores y jugó a las escondidas. Lo pesqué y lo logré levantar. Por fin pagamos y salimos de ahí 1:45. Yo despeinada, sudada, y cansada como si fueran las 7 de la tarde. Llegamos a tiempo a las 2 de la tarde a comer. Entré a la casa de mis papás aventando los tacones.
Era su hora de comida. Me pidió limonada. Se la serví en un vaso rojo, pero él la quería en el otro vaso. Le dije que no que en ese, me lo pidió por favor y mi corazón se hizo bolita, así que me convenció y le cambié de vaso su limonada.
Corrió a sacar todos los juguetes de casa de la abuela. Comimos. Él casi no comió, prefirió jugar con la abuela. Pintó un cuento de Masha y el Oso, armó bloques, despertó al abuelo de su siesta ,vio Masha y el Oso 10 minutos, jugó con rayo McQueen, me dijo “mamá popó”, cambiamos su pañal, me pidió limonada otra vez, lo subí a la camioneta con su jeep, Chase, Marshall y Rubble de nuevo, y nos vinimos a la casa cantando “bella ciao” (un gusto compartido).
Llegamos a la casa, se enojó porque bajé primero mi bolsa que su jeep. Lo consolé.
Le había prometido que sembraríamos una plantita así que buscamos un frasco, algodón y frijolitos y lo subí a la barra de la cocina. Paso a paso aprendió cómo poner a germinar un frijol. Lo puso en la ventana y lo bajé de la barra. Me pidió un tomate... le lavé las manos y lo senté en su silla, rebané un tomate y un pepino y se los comió...
Por fin llegó su papá! Se lo endosé para que lo bañara, me fui a recoger unas cosas que una persona muy amable donó a La Casa del Migrante para llevar mañana por la mañana, regresé a las 7. Jacobo quería jugar, hicimos otra torre de cubitos de madera. Y nos acostamos a platicar con papá de nuestro día. Me pidió una banana, fuimos por ella y lo senté nuevamente en su silla...Se la terminó, lavé sus manos y subimos, luego recogimos nuevamente su cuarto, él los cubos de madera y yo su caja de juguete, estacionó su jeep enseguida del rayo McQueen y puso su martillo de juguete en su lugar.
Bajamos a preparar su “Dodo” (su vasito con leche) y subimos. Lo cargué a su cómoda para darle de cenar a su pez Betablue, renegó porque no encontraba a "Azul" su conejo, fuimos por él para que viera como le daba de cenar a Betablue, corrió a darle un beso a su papá. Lo senté en mis piernas en la mecedora mientras hacíamos la oración de la noche. Lo persigné, le di su bendición, su beso, su Dodo y cerré la puerta...
Terminé.
Y aqui estoy escribiendo mi día! Escúchandolo cantar a lo lejos “dale dale dale” y balbusear en tono de que se está arrullando.
Me siento molida y ahora que repaso el día creo que solo hice como 3 pendientes de los de mi lista!
Así son los días de las mamás, no, no es que hagamos muchas actividades fuera de casa, es que los niños son nuestra actividad. Narrando nuestros días a detalle podemos ver lo demandante y lo dependiente que es un niño de dos años. Necesita tiempo, mucho amor, mucha paciencia y dedicación de la mamá. La mamá no se queda en casa dormida o viendo la televisión. No. Ella se queda limpiando manitas, jugando a los caballos, limpiando manchas, acomodando, sirviendo snacks, agüita, sopita. Cambiando el pañal o acompañando al baño. Tener un niño de dos años es no descansar un minuto. Es no parar de responder preguntas, y de vigilar el perímetro. Pero es lo más divertido que me puede pasar en mis días.
Gracias por haber leído esta onza de mi vida.
¡Buenas noches!
AnaC.
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